Ayer fui, por fin, a ver WATCHMEN, y salí de la sala oscura con un buen sabor de boca. Los que adoramos el cine y los tebeos tenemos un problema. Protestamos cuando las adaptaciones a la gran pantalla se pasan por el forro el espíritu del material de partida y pataleamos cuando la versión cinematográfica de uno de nuestros cómics preferidos es tan parecida a las ilustraciones que no funciona. Este último problema ha sido la lucha de Zack Snyder. Precisamente por tamaño estigma, por su (casi enfermiza) obsesión por hacer que sus fotogramas sean lo más fiel posible a las viñetas, se ha perdido el espectáculo.
Los que flipamos con WATCHMEN no debemos ponernos farrucos ni fundamentalistas con el trabajo de Snyder, porque ha calcado en exceso el tebeo de Moore y Gibbons, exceptuando algunos detalles del guión, bastante comprensibles, en grado menor en proporción a otras adaptaciones. Probablemente, tras la experiencia de “300”, sabiendo lo que protestan los aficionados ante osadías como la suya, ha sido víctima de su propia trampa, de una trampa que hemos colocado, quizás inconscientemente, los propios adictos a la historieta.
Uno titula el post con segundas, “Watchmen no está nada mal”, porque todo el mundo hemos ido a ver el filme con claros prejuicios. El titular debería ser “Watchmen está bien”. Está bien porque es una cinta compleja, adulta, una película de superhéroes sin apenas acción, con escenas gore y la polla al aire del Dr. Manhattan, por poner ejemplos claros que nos llevan a decir: ¿cómo le han dejado hacer estas cosas en una producción así? ¡Olé sus huevos! De ahí un valor a tener en cuenta. Muy importante. Snyder firma un título que horrorizará, sin duda, al gran público que va a ver otra de Batman o Spider-Man, una action-movie protagonizada por tíos en pijama. No hay mucho meneo, y el que hay se la suda al director (de hecho, el ya manido recurso de la cámara lenta en las peleas se antoja caduco). Por el contrario, hay mucha palabrería, se habla demasiado, por querer clavar diálogos y situaciones del cómic original, y la parte metafísica puede hacer huir mentalmente de la sala oscura a la mayoría de los mortales.
El gran problema de Snyder: no ha pensado realmente en que el cine es cine y el cómic cómic, no es el mismo medio, tienen lecturas diferentes, con lo cual la historia de Moore, llevada casi al dedillo a la gran pantalla, se hace árida, lo que no quita que esté bien contada y rodada. El parecido de los actores es significativo. Algunos planos son dibujos en imagen real. Las canciones, que a veces no pegan bien, están ahí. Está claro. El cineasta ha querido mimetizar las viñetas, en detrimento del espectáculo. Momentos como el del Dr. Manhattan en Marte, son duros, muy duros. A Aronofsky le daba para paja si hubiese llegado a dirigir el proyecto, tal y como se anunció en su momento. A Gillian se le hubiera ido la olla muy mucho. Greengrass, a saber, pero acción no hay mucha, ya en el tebeo.
Nos quejamos, por tanto (yo el primero), de que las adaptaciones casi siempre flojean porque pasan del cómic, pero cuando intentan ser demasiado fieles, como es el caso que nos ocupa, también pueden fallar, porque no es del todo cine, hay un abuso de la palabra y el ritmo se resiente. En el fondo, Snyder ha pasado bastante del espectador que no conoce el cómic, aunque la historia que cuenta la puede entender cualquiera , otra cosa es que se la refanfinfle.
Por mi parte, alabo el trabajo de Snyder. Ha tenido que salvar un proyecto complicado, ha tomado un camino, probablemente el más difícil, y ha salido airoso. No ha hecho una gran película, no es esa obra maestra que nadie esperaba, pero tampoco ese truño que todo el mundo sí ansiaba. Es una obra más que digna, por debajo del cómic de Moore, pero por encima del cine reciente, máxime si hablamos de saltos de las viñetas a los fotogramas.
Seamos conscientes de que el grueso del público no son los fans de Moore, que es mucho más fácil contentarles a ellos que a nosotros, y el director ha barrido para nuestra casa.
El que esto escribe prefiere la opción de Snyder a haberse encontrado con una cinta comercial -WATCHMEN, el filme, como el cómic, no lo es- con los Watchmen dando brincos en una intriga propia de un capítulo de C.S.I. Los cambios que hay en el guión son discutibles, algunos mucho, pero también inevitables en su mayoría, ¿no? Y la acción transcurre en los años 80, en el contexto de la guerra fría, algo que le queda muy lejos a gran parte del público potencial. ¿Qué más queremos?
El mensaje, evidentemente, se antoja tan apestoso como el de ESTA cinta que ya puse a caldo en su día, que optaba por un camino contrario al de Snyder, igualmente válido (según se mire).
A WATCHMEN, que luce los mejores créditos de la historia del cine en tiempo -una manera increíble de contar la vida de un grupo de gente paralelamente a la de un país-, el tiempo le pondrá en su lugar. Será más aplaudida cuando sea vista con mayor relajo. Decían que era un tebeo inadaptable, pero Snyder ha demostrado que no, otra cosa es que nos asuste, precisamente, comprobar que el hecho de intentar ser tan fiel al cómic vaya en su contra.
Aún no he leído ninguna crítica a Watchmen, ahora empezaré a hacerlo, he preferido escribir sin ninguna influencia (y con pocos spoilers), espero un encendido debate.
Ahora: a volver a leer el tebeo por enésima vez, del que ya hablé AQUI. ¿Y a volver a ver la película?