Es complicado encontrar hoy en día en la cartelera películas originales, capaces de cautivar a una audiencia adulta, con cosas que decir y que contar. NUEVE VIDAS, la nueva película de Rodrigo García, que ya dio un toque de atención sobre su valía con la estimable Cosas que diría con sólo mirarla, consigue entretener y hablar sobre la vida, equilibrando evasión y reflexión con una sensibilidad inusitada. Bajo la producción de Alejandro González Iñárritu, este filme indispensable, modesto en su confección pero ambicioso en sus intenciones, se hace muchas preguntas sobre nuestro devenir diario, bucea en nuestra existencia, en las relaciones humanas y sus múltiples recovecos, pero abandona las posibles respuestas a nuestra imaginación. Como si fuera un mecano, lanza las piezas al aire para que sea el espectador quien las monte, dejándose llevar por sus pensamientos y la propia experiencia, dando lugar a múltiples lecturas, todas ellas enriquecedoras.
García, que firma algunos capítulos de dos series indispensables que han cambiado la televisión, A dos metros bajo tierra y Los Soprano, plantea una exploración de la existencia humana a través de nueve fragmentos de vida de nueve mujeres diferentes. Son nueve instantes, recogidos por la cámara en nueve planos secuencia con una planificación milimétrica, aprovechando el espacio, el movimiento de los actores, la puesta en escena en definitiva, como pocas veces se ve últimamente, por desgracia, en las pantallas cinematográficas. Con apenas nueve retazos de vida, con diálogos ricos en matices, somos conscientes de las alegrías y desilusiones de los personajes protagonistas, que viven momentos aparentemente banales que devienen extremos, o todo lo contrario. Somos partícipes de las oportunidades que se les presentan y las que han desaprovechado, de la prisión que sufren algunos seres con los que podemos identificarnos, encerrados en relaciones pasadas y presentes.
En NUEVE VIDAS, algunos de los protagonistas de una historia reaparecen como secundarios en otra, tejiéndose una telaraña emocional fascinante donde mucha información vital se insinúa. García no necesita mostrar ciertos hechos para que comprendamos la actitud de un personaje, los muchos años que lleva a sus espaldas y su relación con los que le rodean. Juega magistralmente con un reparto excepcional, con rostros conocidos como el de Kathy Baker, Glenn Close, Dakota Fanning, Holly Hunter, Sissy Spacek o Robin Wright Penn. No hay que dejar escapar una película como ésta que, probablemente, pasará fugazmente por las salas con pocas copias en distribución, pero, afortunadamente, ha conseguido colarse en los estrenos entre americanadas caníbales, comedias sinsorgas y caspas de capa y espada.
(Texto aparecido en EL CORREO, aquí sin cortes)