Entrevista caníbal a Carlos Areces
-Últimamente te ha dado por llevar sombrero. ¿Cuidas tu imagen?
Me gusta que uses la idea de “llevar sombrero” como algo incompatible con la dejadez, como si eso me convalidara años de apatía estilística. Empecé a usarlo porque, debido a una película, llevo un corte de pelo que me hace parecer más calvo de lo que en realidad estoy. Pero reconozco que me está gustando.
-Interpretas al mismísimo Vázquez en la adaptación a imagen real de Anacleto. ¿Por qué es el villano?
Él mismo se retrató como el villano en varias de las aventuras. Fue mi primer contacto con el metalenguaje.
-Suena tu nombre en redes para interpretar a Superlópez. ¿No te va más el profesor Escariano Avieso?
Mucho más; o de jefe. Pero que nadie se asuste. Sólo he leído un tweet que me proponía para Superlópez y lo escribiste tú mismo.
-¿Yo? ¿Seguro? ¿Qué había bebido? Por aquí apostamos por tu encarnación de Rompetechos.
Gracias. Sería difícil estar a la altura, con perdón, de Emilio Gavira en las películas de imagen real de Mortadelo y Filemón. En cualquier caso, parece que el proyecto de Rompetechos se va a desarrollar en digital.
-Habéis decidido acabar con Ojete Calor. Abandonáis las armas.
Se trata de una retirada a tiempo. Somos unos tipos disfrazados dando espectáculo grotesco encima de un escenario. Nos gusta dejarlo en alto y no cuando la edad nos haga alcanzar un grado de patetismo mayor al deseado. Nos convertiríamos en los Kiss del subnopop.
-La primera vez que os vi fue en fiestas de Bilbao, el la zona de txoznas, todo un tratado de principios.
Creo que ha sido la vez que hemos actuado en directo para más público. Por supuesto, ninguno sabíais quién tocaba, sólo veníais a beber con música alta de fondo.
-Existe el subnopop. ¿Y el subno-rock? ¿Y qué es el subnoreaguetón?
Claro que existe el subnorock, y con numerosos representantes, sólo que prefieren no salir del armario. Yo, por hacer un poco de outing, nombraré a Maná y a U2. En cuanto al subnorreggaetón, aquí “subno” se trata de un epíteto, un prefijo redundante e innecesario que no añade información que no vaya implícita en reggaeton.
-Genial tu papel de abertzale en Negociador de Borja Cobeaga. ¿Trabajaste mucho el acento?
Estuve semanas practicando. Josean Bengoetxea grabó mis diálogos para que tuviera unas guías, y Gorka Otxoa supervisó mis avances. Cuando llegué a San Sebastián tenía más acento que los propios actores vascos, y a Borja le pareció excesivo. Él quería que lo eliminara por completo, temiendo que aquello pareciera un chiste de vascos, y yo, herido en mi orgullo de actor, quería, al menos, quitarme el deje madrileño, el “ej que” aunque fuera, para no parecer el etarra de Chamberí. Acordamos un término medio.
-¿Has pensado que igual no puedes pisar una Herriko Taberna un tiempo después del estreno?
Lo cierto es que la única crítica negativa la encontré en el Gara. Decía que mi personaje parecía venido de Marte o sacado de Ocho Apellidos Vascos, que intuyo ha sido una película con la que no han debido reírse mucho. El Hollywood Reporter, sin embargo, me comparaba con el último Gandolfini. Espero que no se refirieran al muerto. Creo que ambas exageran, cada una en una dirección. Pero si os tenéis que quedar con una, por favor, que sea esta última.
-Dibujar historietas es otra de tus facetas. ¿Te gustaría aunar más en ella?
Sí, en mis ensoñaciones sí. Pienso: “qué bonito sería tener editado un álbum terminado, con sus personajes, su hilo narrativo, su final, sus cuarenta y tantas páginas”. Pero dibujar cada vez me da más pereza. Actualmente sólo dibujo en Fotogramas, y ya me cuesta encontrar hueco una vez al mes. (continuar leyendo esta entrada )