Menudo encanto
Mi mamá se murió cuando yo tenía tres años. Determinó, por cierto, una relación particular con las mujeres. Mi papá y mi abuelo maternal fueron dos donjuanes, todo eso hace una psicología quizá difícil. Cuando tenía 9 años le pregunté a mi padre: “apá, ¿qué significa la palabra homosexual?” Me contestó: es tan grave como casarte con una esposa que no es judía” Es decir, mi papá me dio dos direcciones interesantes en la vida: o ser homosexual o encontrar una gran rubia con ojos azules. Y fue la rubia, mi esposa. La verdad es que me gusta muchísimo identificarme con los personajes femeninos. (Joann Sfar)
La semana pasada tuve la suerte de entrevistar a Joann Sfar en vivo y en directo, un genio de lo más simpático. Pude sacar un hueco en la caótica agenda, a pesar de la liada que tengo encima, una avalancha de curro y proyectos que me impiden postear con asiduidad. La entrevista saldrá publicada en EL CORREO, espero que pronto, y por aquí la publicaré en su versión extendida. De momento, un aperitivo.
Además he tenido también la tremenda suerte de escribir el prólogo de la tercera entrega de Papel y plástico. Va un fragmento, saldrá en breve
() Suspirar por una infancia y adolescencia imposibles de repetir está al orden del día. Recuperar aquellos años es imposible, pero no volver a vivir ciertas sensaciones. Lo confirma el olor de la goma de borrar, la plastilina, la Nocilla untada en pan de molde caliente, los juguetes de plástico y los bocadillos de mantequilla con azúcar. Esa electricidad que mueve las conciencias de toda una generación, que necesita alimentarse de la nostalgia, dar de comer a ese Peter Pan interior que no parece querer irse, está también atrapada sobre papel ().