After Aftermath
Un grupo de nuevos realizadores adscritos al celuloide fantástico y de terror despuntaron en los años noventa. Algunos de ellos, como Jaume Balagueró o Paco Plaza, saltaron al largo con cierta enjundia tras arrasar en festivales especializados, pero otros se quedaron en barbecho y han tardado lo suyo en debutar en la gran pantalla. Este es el caso de Nacho Cerdá, polémico cortometrajista que despertó filias y fobias a nivel internacional con Aftermath, una pieza sin concesiones, explícita y directa, sobre la necrofilia, a la que siguió Génesis, trabajo nominado al Goya como Mejor Corto de Ficción del 98, notablemente más amable, que demostraba una habilidad brillante con la cámara. Casi diez años después visita por fin nuestras salas Los abandonados, la opera prima de un cineasta a tener en cuenta, detallista hasta la obsesión, fiel a un género que está dando últimamente lo mejor de nuestra cinematografía.
Los abandonados, visualmente impactante, introduce al espectador en una pesadilla ascendente donde apenas hay lugar para el respiro. No hay humor que alivie el horror. La atmósfera asfixiante envuelve un relato intenso, trágico y macabro, capaz de contagiar implacablemente dependiendo de la permeabilidad del espectador. Encontramos aquí, en la naturaleza de la propuesta, otra historia de mansión embrujada, el principal problema del debut de Nacho Cerdá, un filme digno y efectivo que, a pesar de su buen acabado (no parece española, dirán muchos torpemente), no cumple con las expectativas que el director catalán había sembrado con su trayectoria en formato corto, menos convencional y más visceral. La historia, manida y deslavazada, es el mayor lastre de una cinta de terror de loable estética que se queda creativamente a medio gas, pero presenta a un director con tablas que maneja la tensión y los mecanismos del género con conocimiento y sapiencia. Un guión más trabajado echaría chispas en sus manos, pero el camino elegido se acerca más al terreno labrado últimamente por artesanos del escalofrío, léase el Gore Verbinski de The Ring, que a los actuales rompedores en la materia: el Alexandre Aja de Las colinas tienen ojos, por ejemplo.
A pesar de la sensación de deja vu, Los abandonados está por encima de la mayoría de películas de miedo que asaltan nuestra cartelera llegadas de EE.UU., The Messengers sin ir más lejos, por no hablar del terror fotocopiado oriental y sus irritantes remakes a la americana. Aquellos que disfrutan sobremanera en la sala oscura respondiendo con sudores fríos a la sensación de agobio, y saltan en al butaca susto a susto, no se sentirán defraudados, aunque el alto grado de sordidez de algunas secuencias, marca de la casa, puede descolocar a los más impresionables.
(publicada el pasado viernes en EL CORREO)