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Rueda de prensa de NEUROWORLD

Filed under: Autobombo,Celuloide,Garabatos el Lunes, 26 de mayo

La buena gente del Blog de Sitges grabó la rueda de prensa de NEUROWORLD en el festival Fant de Bilbao. Hay risas, pullas, spoilers y alguna declaración interesante

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Tráiler de NEUROWORLD

Filed under: Autobombo,Celuloide el Viernes, 23 de mayo
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¡¡¡ Vuelve el GRAF !!!

Filed under: Autobombo,Garabatos,Saraos el Domingo, 11 de mayo

Esto es un no parar. Mayo viene caliente, muy caliente. Ya estamos ultimando los detalles de una nueva edición del GRAF en Barcelona. El cartel lo ha hecho MOLG H. y es de lo más pintón. Los días 16 y 17 de este mes habrá stands y jugosas charlas para el goce de los amantes del cómic de autor, los fanzines y toda iniciativa independiente imaginable en torno al arte secuencial. AQUI hay amplia información del evento. ¡Perdérselo es de locos!

Cartel Graf1

Estreno Neuroworld en el Fant

Filed under: Autobombo,Celuloide,Saraos el Martes, 6 de mayo

Este viernes comienza el FANT, un festival especializado que nos inventamos y que parece que vuelve a estar en buenas manos. De hecho, se atreven a estrenar NEUROWORLD, mi primer largometraje, un #littlesecretfilm por Calle 13 del que daré cumplida cuenta en breve por estos pagos. El cartel de la edición de este año es de Koldo Serra, en plan revival. Veinte añitos ya, ¡qué locura!

cartel-fant

Divergente / Pobre Orwell

Filed under: Celuloide el Lunes, 5 de mayo

Si George Orwell levantara la cabeza probablemente se echaría a llorar. Su indispensable novela “1984”, también llevada al cine, es fuente de inspiración de incontables historias sobre distopías, léase sociedades ficticias, futuras o paralelas, a cual más evanescente. “Divergente” es una de ellas, una suerte de “exploitation” con carácter desnutrido de “Los juegos del hambre”. Si estuviésemos en los años 70, o en el siglo pasado sin más, probablemente estaríamos ante una producción europea, pongamos italiana, con algo de casquería y sentido del humor, cualidades que no encontramos, ni por asomo, en este estreno inocuo que certifica la necesidad del gran público de devorar relatos sobre la libertad del ser humano y airear el cerebro mientras en la realidad cotidiana nos acercamos cada vez más a las civilizaciones tormentosas que nos describen este tipo de propuestas convertidas en  rentables franquicias. ¿Quién controla a los que controlan?

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De estética televisiva, infantiles por lo general en su planteamiento, planas, sin salida de tono alguna, con una trama hecha a plantilla y un grupúsculo de jóvenes de aspecto afrutado luciendo en el reparto principal, este arsenal de películas de grandilocuentes presupuestos que describen hacia dónde vamos, metafóricamente hablando, son incapaces de dejar un poso combativo en nuestras conciencias. Como el revolucionario que lanza misivas en las redes sociales sobre lo mal que están las cosas mientras se queda en casa con el culo caliente sin haber pisado una protesta colectiva en las calles en su vida. En “Divergente” presentan, en un alarde de originalidad, una sociedad dividida en cinco facciones, cada una de las cuales se centra en una virtud concreta: Erudición (los inteligentes), Verdad (los sinceros), Abnegación (los altruistas), Cordialidad (los pacíficos), y Osadía (los valientes). Es decir: tecnócratas, jueces, hippies, agricultores y policías. Algo así, caricaturizado al máximo lo que sugiere la propia gran pantalla con detalles sonrojantes. Evidentemente, saltan chispas entre las tribus y la cosa se complica.

“Divergente” se basa en el best-seller escrito por Veronica Roth. Ofrece un cruce entre la mentada “Los juegos del hambre”, sin su gracia, y la execrable “The Host”, con tintes “crepusculares”. Muy de Club Disney. Es otra muestra más de la invasión de cine aséptico dirigido al público juvenil. Conservador en sus principios, carente de sensualidad, pura formica. El material resultante resiste ante el aburrimiento, pero lo borra el viento de la razón poco después de su visionado, no dejando huella alguna. En su afán de querer llegar a todo el mundo, un filme de estas características  termina por negar todo atisbo de personalidad, algo que no parece importar a su director, Neil Burger (“Sin límites”), cuyo apellido estigmatiza su carrera y se antoja una broma pesada en plena era del fast food cinema.

El material me permitía crear un mundo futuro, lo que siempre resulta interesante para un cineasta, admite el cineasta. Pero, más que eso, la historia trata sobre la naturaleza humana. Cuestiones como: ¿cuál es mi lugar?, ¿a quién soy fiel?, ¿soy fiel a mi grupo, a mi familia o a mí mismo? ¿Por qué estaría dispuesto a arriesgarme? Me gustaban todas esas ideas tan intensas, completamente integradas en una aventura grandiosa y llena de emoción, y llevaba cierto tiempo interesado en hacer una película que fuera una de esas grandes aventuras épicas. El sentido de la épica convertido en un pastiche sin energía.

LA PROTAGONISTA

La joven actriz Shailene Woodley, nacida en 1991 en California, conocida por su papel en “Los descendientes”, encarna a la protagonista absoluta de “Divergente”, Tris Prior. Recién cumplidos los dieciséis años, debe elegir a qué facción quiere pertenecer, una decisión que cambiará por siempre su vida y la de sus allegados. Es una Divergente, alguien que no encaja en ninguna cuadrilla. Su rostro lo encarna, catapultada a la fama por el papel de Amy en la serie de ABC “Family Secret life of the American teenager”, un astro femenino emergente que presume de bisexual y tiene comentarios sonados en la prensa sensacionalista como este: “La arcilla es una de las mejores cosas que puedes poner en tu cuerpo. Otra cosa que me gusta hacer es darle a mi vagina un poco de vitamina D. Si vives en un sitio con inviernos duros, cuando salga el sol, separa las piernas y toma el sol”. Vislumbramos una chica con futuro en el negocio hollywoodense.

(publicado el pasado viernes en EL CORREO, aquí sin cortes de edición)

Pompeya, poco bella

Filed under: Celuloide el Jueves, 1 de mayo

“Esto no es deporte, es política” es, sin lugar a dudas, la frase más destacable del guión de “Pompeya”, última mega-producción que pretende aunar romance, aventura y catástrofe para el deleite del gran público. El diálogo nace de la boca de Kiefer Sutherland, el villano de la función, mientras está observando una pelea a muerte entre gladiadores desde el palco principal en un circo romano. Como senador es quien decide quién vive y quién no. Corrupto, vicioso y déspota, cuando comenta la jugada define un momento de la historia de la humanidad extrapolable a nuestros días, cuando el fútbol copa los medios y los políticos no se cortan un pelo a la hora de liarla. Una pena que únicamente este momento reseñable de la última propuesta de Paul W.S. Anderson –no confundir por el apellido con el esteta Wes, son antagonistas y para nada familiares- aporte algo de fondo a un espectáculo puramente comercial que retrata una de las tragedias más escalofriantes de la Antigüedad clásica aprovechando el tirón de series televisivas y producciones de época que llaman la atención del espectador de hoy.

“Pompeya”, ambientada en el año 79 d. C., está protagonizada por Kit Harington, el guaperas John Snow de “Juego de tronos”. Le acompañan en le reparto Carrie-Anne Moss, la Trinity de la saga Matrix, y Emily Browning, la niña crecida de Sucker Punch, entre otros nombres propios contratados para dar enjundia a un show carente de originalidad, quizás el secreto de su posible llamada a la audiencia. La serie “Spartacus” y un filme sonado como “Gladiator” planean sobre una película inofensiva, de esas que optan por entretener sin contar algo más. Ya sabemos que gran parte del público prefiere no saber y distraerse, una opción completamente válida en el negocio del entretenimiento, aunque a veces la evasión y reflexión puedan ir de la mano. No es el caso de un proyecto cuyo atractivo reside en el despertar de un volcán que arrasa una ciudad perdida, la excusa perfecta para encender los fuegos artificiales y propiciar un catálogo de efectos visuales apocalípticos dignos de aplauso que ocupan la última media hora del metraje.

Harrington encarna a un aguerrido esclavo convertido en luchador en la arena que busca vengarse de los pérfidos romanos que asesinaron a su familia cuando era pequeño. La bella hija de un mercader se cruza en su camino mientras el Monte Vesubio entra en erupción. Amor y fuerza bruta frente a todo atisbo de inteligencia, como mandan los valores actuales, es el atractivo -para el que lo quiera comprar- de una cinta convencional que no pasará a la historia del cine, a diferencia de anteriores versiones en pantalla grande de la histórica tragedia. “Pompeya”, carente de épica, enfatiza el absurdo del uso del 3D en las salas, no aportando apenas nada salvo el incremento del precio de las entradas al pasar por taquilla. Encontrará su público, no obstante, entre los que gusten de aplaudir la destrucción propia del cine catastrofista de última generación. Los fans del romanticismo de manual también tienen aquí cómo pasar el rato sin quebraderos de cabeza. Además, Harrington luce tableta de chocolate. He hecho muchas películas de época y la verdad es que disfruto mucho con ellas, señala el actor televisivo.Al criarme en Gran Bretaña, la historia de Pompeya y la erupción del Vesubio despertaba un gran interés en mí. Me resultaban especialmente fascinantes los moldes de escayola de la gente que había quedado atrapada por la erupción. Me encantaba la idea de tomar ese horrible acontecimiento, añadirle un montón de personajes interesantes y crear algo ameno de ver.

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Su rol en “Pompeya” es el papel más exigente desde un punto de vista físico que ha abordado nunca el actor de “Juego de tronos”. Estaba en el set todos los días y, cuando no estaba rodando algo, estaba ensayando alguna escena de acción, recuerda. Fue duro. Anderson exige mucho de sus actores, pero eso es algo que me gusta en un director. “Kit tiene sin duda el aspecto propio de una estrella de cine, pero no era el gladiador que necesitábamos en ese momento, sugiere Anderson, responsable de la saga “Resident Evil”. Se concentró mucho en conseguir el físico perfecto, que es el que puede verse en la película. Está increíble. Dicho está todo.

(texto publicado en EL CORREO, sin cortes de edición)