Días de exceso de curro, la locura de septiembre
Aún así, saqué un hueco el fin de semana para escaparme al festival de Donosti, a ver con excitación la nueva película de David Cronenberg, devorar pintxos, saludar a compañeros de cinefagia y a reconciliarme por unos días con el celuloide, que últimamente nos tenemos muy abandonados ambos dos.
EASTERN PROMISES, la nueva propuesta del gran Cronenberg, el director más personal del momento, capaz de coquetear con todas las consecuencias con el cine comercial, aunque les pese a muchos, firma un thriller brutal, con algunas imágenes de extrema violencia que chocan con otras almibaradas impropias de su filmografía.
Disfruté del pase, con una dirección de actores magistral, un retrato gris de Londres digno de elogio, y algunas escenas marca de la casa que nos recuerdan que hay un autor detrás, pero me dejó perplejo el final de la historia, y algunos toques sensibleros muy alejados de la filosofía cronenbergiana. O se ha hecho mayor de golpe, o ha querido contrastar aún más las escenas ultraviolentas con los momentos pasteloides.
A pesar de la extrañeza que me embargó al finalizar la proyección, con un clímax cortante, hay secuencia memorables, de esas que no se olvidan, entre ellas una pelea a muerte en una sauna que parece un acto sexual. No quiero estropeársela a nadie, al loro con el cabrón de Cronenberg en el último tramo de la cinta
No falté, como cada año, al pase de Kimuak, donde se proyectaba LIMONCHELLO, corto co-producido por Arsénico donde está implicado Cobeaga. El pase fue irregular. Si fuera un joven cortometrajista vasco me mosquearía: siempre cogen a los mismos. ¿Tan malos son los demás? Pues igual, y es lo que hay.
La verdad es que me trago por cuestiones profesionales miles de cortos, y aunque algún trabajo de la selección de este año no me convenza, no puedo negar que Kimuak están muy por encima de la media y se lo curran mucho. Eso sí, no aguanto los cortos con un interfecto andando en bicicleta o paseando de espaldas por un camino de piedras. Se me antoja rancio antes que intenso y vital. Recordemos uno de mis posts más celebrados pinchando AQUÍ (por cierto, me gusta bastante el fragmento de Luis A. Berdejo incluido en Limonchello).
Después de Kimuak, una prueba de fuego: PLOY. Una cinta tailandesa, de esas que empiezan bien, con una premisa atractiva, y derivan hacia la nada, con silencios tediosos y giros patateros. Es una de esas películas que hay que hacer ver a alguien que se cree que cuando vas a un festival todo es MARAVILLOSO, haw, haw, haw!!! Que cansa, coñeeeeeee
Por supuesto, en la visita a Donosti no faltó el atracón de tarta de queso de La Viña, la mejor del planeta. Y el sábado, como colofón, cenorra en gratísima compañía en la taberna de Morgan, para recordar viejos tiempos, cuando arrasábamos con toda su bodega en aquella éntrañable época en la cual la Semana de Cine Fantástico y de Terror nos acogía con los brazos abiertos, como hasta ahora, pero no existía, o estaba callado, ese aburrido sector del público que protesta ante el más mínimo desmelene en la sala del Teatro Principal, una de sus señas de identidad más personal. Soy consciente de que estoy apuntado en tinta roja en su lista negra, y a mucha honra, porque por culpa de la represión pija de los últimos años la mítica Semana esta adquiriendo un espíritu parroquial muy preocupante ¡A ver qué pasa este año, que volvemos a Donosti dentro de nada!