A bocajarro
Imaginemos que un sujeto trajeado, con buen aspecto, nos persigue allá donde vamos. Lleva un misterioso maletín en la mano, no es el cobrador del frac, y cuando logra alcanzarnos nos hace una escalofriante pregunta: ¿Le gustaría matar a alguien y salir limpio del crimen?
El muy truhán, con su pinta de ejecutivo, escarba en nuestro inconsciente mientras se acaricia la corbata y saca a relucir el odio que quizás llevamos dentro. La venganza es un plato que se sirve frío y el personaje del maletín nos plantea, sin duda, una jugosa oferta. ¿Qué puede ocurrir si alguna persona nos ha destrozado la vida y desde entonces su infame estampa no deja de lucir en nuestro punto de mira? ¿Le volaríamos los sesos cual cuadro de Pollock con un tiro de gracia? Una cuestión peliaguda, base argumental de 100 Balas, una serie de alto voltaje que ha encumbrado a su guionista, Brian Azzarello, responsable de un atractivo cómic negro que invita al suspense en cada página. Tras ver la luz en nuestras fronteras de la mano de Norma Editorial, Planeta DeAgostini, la competencia, rescata la saga y la amplía, poniendo al lector en bandeja una nueva oportunidad para disfrutar con las maquinaciones del agente Graves, un hombre misterioso que te ofrece sin miramientos los medios, manera y método para cometer un asesinato y no ser condenado por ello. El maletín que pasea el misterioso personaje contiene una carta blanca, una pistola y 100 balas. Más de uno estamos esperando algo así para acabar con ese molesto vecino que no para de pinchar el CD pirata recopilatorio de éxitos del verano de turno los domingos por la mañana. ¿Hay alguna solución mejor para acabar con semejante plaga?
(Columna dominical rescatada de EL CORREO)