Cómo anda el patio con el fenómeno zombie. No hubiera apostado, ni por asomo, que la serie “The Walking Dead” iba a funcionar tan bien de audiencia en su emisión tardía en La Sexta. Hizo en torno a un 16 de share hace unos días, una cifra nada desdeñable, especialmente tratándose de este canal, convirtiéndose en el estreno más fuerte de la historia (breve) de la cadena. Pensaba, iluso, que la gente que perseguimos este tipo de material lo vemos según se cuelga en la red, saciando nuestra ansiedad del tirón los muy interesados. Estaba disponible desde finales del pasado año y todo apuntaba a que se repitiese lo que ocurría en su día con “Lost”: los seguidores fehacientes del culebrón fantástico del nuevo milenio no lo veían en sus emisiones en canales nacionales (pésimas, por otra parte). Pero no, parece que, aparte de los fans fatales de los cadáveres andantes, hay un gran público interesado en un producto así. Un producto que, por otra parte, difiere sobremanera del material de partida, el cómic de “Los muertos vivientes”, y no para bien.
La serie de televisión empieza con buen pulso e imágenes impactantes. Su primer capítulo engancha, con escenas gore de lo más explícitas, algo chocante en los tiempos que corren, que parece que están cambiando, o al menos en la ventana electrónica, porque “Spartacus: Blood & Sand”, por tomar otro ejemplo, cuenta también con toneladas de cubos de rojo líquido elemento. Sangre y tripas a mansalva. Volviendo al terreno de los no-muertos, las viñetas superan por goleada a las imágenes catódicas, un dato que, evidentemente, se la suda al espectador medio. “The Walking Dead” empieza arriba para caer en picado, capítulo a capítulo. La cuarta entrega, la escrita enteramente por Kirkman, creador de los tebeos originales, es, curiosamente, la más floja del lote. Los dos últimos episodios de la primera temporada, el 5 y el 6, son directamente soporíferos. Sin embargo, la cosa chuta, la serie funciona para la masa y las historietas quizás –ojalá- se aprovechen de la coyuntura para subir algo sus ventas. Lo que uno sigue sin entender es por qué compran los derechos de éste o aquel cómic para luego hacer con la historia lo que se les pone en los cojones. Carece de sentido la maniobra, máxime cuando se parte de un título de culto que no arrasa en ventas, como es el caso, aunque se defienda mínimamente en el mercado. El caso es que la audiencia manda y “The Walking Dead” seguirá adelante, probablemente por mucho tiempo, alejándose de las intenciones del tebeo, del que ya hablé AQUI (aprovecho para rescatar ESTE POST anterior que versa sobre zombicomix). Pues bueno, pues vale… ¡vivan los zombies!