Vamos con otro comentario desenfadado de un estreno superheroico en boca de todos. Esperaba con ansia “Capitán América: Civil War”, pero he de decir que me ha dejado sumamente frío. No hay nada peor que una película que te deja indiferente, que se olvida poco después de salir del cine, que no da para mucha discusión, porque técnicamente no tiene desperdicio, todo encaja y nada llama la atención… ni para bien ni para mal. Después del fiasco de “La era de Ultrón” uno esperaba con ingenuidad un buen meneo, pero los Russo no son dados a salirse del camino marcado, de la senda de la corrección casi académica. Todo funciona con una perfección anodina. Es como cuando vas a ver un concierto de un grupo que idolatras y suenan exactamente como en el disco. Exactamente igual, sin estridencias, sin salidas de tono conscientes, sin riesgo, sin nada que realmente te estremezca (algo que ya había sentido con “El soldado de invierno”, tan matemática como insípida). Estamos abocados al cine-funcionario, a películas que no se salen de una fórmula neutral que busca el beneplácito del gran público, porque hoy en día, como ocurre en Internet, importa la cantidad más que nunca. La calidad técnica la presuponemos con tamaños presupuestos, por el camino se pierde el alma. La emoción artificial manda.
Importan más los followers, los suscriptores, los likes, las comparticiones, los “megusteos” y la gente que pasa por taquilla sin más que cualquier otra cosa, algo lógico cuando se trata de un negocio. Pero qué pena, ¿no? “Capitán América: Civil War” echa a andar por el sendero de la lógica desde el primer segundo, tan milimétricamente que el conjunto de imágenes no aportan nada a mi particular historia del cine de superhéroes, domesticándolo por completo. Prefiero, tírenme piedras, la imperfección de “Batman v Superman” antes que la aburrida armonía de este pan sin sal. Me van las idas de olla, las salidas del tiesto, el desparrame y si algo así no ocurre en un producto de estas características, con unos tíos en pijama dando saltos con mala baba… ¿dónde puede ocurrir? Vale, en la serie B, que es esto mismo pero sin pasta. Ni los momentos de humor bobalicón ni el intercambio de hostiones han dejado huella en mi castigado cerebro. He aceptado, mal que me pese, que estoy cansado de este tipo de cine lineal que te lleva por donde quiere porque no quiere que haya otro sitio. Algo gordo tiene que pasar en el género de superhéroes en pantalla grande para que vuelva a recuperar la ilusión por la magia de unos personajes que se mueven atendiendo a las marcas de posicionamiento que lucen con cinta de cámara en el suelo. Hay que mirar donde hay que mirar para salir bien en la foto, nada de dejar volar el instinto. Instagram está haciendo mucho daño, con o sin filtros. Todo es blanco o negro, malo o bueno, aunque nos vendan cierta “oscuridad”. Toda la sustancia que tenía el cómic en este sentido, se perdió por los despachos. Ni por asomo se plantean algo realmente retorcido a pesar del escenario. Hay dos bandos y da igual lo que piense cada cual, cada rol, ¡que se peguen entre ellos! Se sigue llevando la posición del misionero, ¿para qué volvernos locos? Show me the money!!! Lloro en silencio.