Creía que estaban obsoletos, caducos… Que su moda había pasado. Pero no. Ahora, con la era digital, la invasión de los cortos pedorros parece imparable.
¿Qué es un corto pedorro?
-Generalmente son cortos, o eso dicen, rodados en video, que canta a televisión, que mola, y es casi como un documental y todo. Se graba a gente que se levanta despeinada de la cama con la mirada perdida. Paseos por la nieve. Cielos estrellados. Desayunos al sol. Un gato saltando. La lluvia mojando la ventana. Planos de ojos, muchos planos de ojos… Vamos, unas vacaciones de Erasmus…
-Se suceden planos, secuencias, aparentemente banales, sin orden ni concierto, con una voz en off –preferiblemente en un idioma extranjero- que dice cosas bonitas y transcendentales como: “Me gusta mirar el espacio entre las hojas de los árboles”, “Aquella vez sentí que sentías como yo sentía”, “Me levanto, me hago el desayuno y al mirar la tostada con mantequilla y mermelada la vida me habla”, Llueve en mi corazón…
-Suelen colar imágenes de la infancia, de algún canijo correteando, en Super 8, o que se le parezca, gracias a los benditos filtros de hoy en día. Es como muy entrañable, melancólico y nostálgico.
-Hay que incluir temas tope indies en la banda sonora, que se vea que estamos a la última y que controlamos más de música que la mayoría de los mortales.
-Suelen carecer de sentido del humor. Es todo tan íntimamente íntimo que no hay lugar para la ironía y la crítica. Es una cosa muy seria…

Este tipo de trabajos -que me atrevo a denominar genéricamente como historias de cielos, árboles y tostadas- resultan de lo más cool entre indocumentados. Siguen colando, y ahora en formato corto, por si no teníamos suficiente con las masturbaciones mentales a base de videoarte. Así, si hay algún despistado en el jurado de este o aquel festival (algún concejal de cultura, por ejemplo), con la intención de hacerse el moderno votará semejante chorrada audiovisual para oligofrénicos con ganas de hacerse el sensible. Los premios avalan este tipo de propuestas, supuestamente alternativas, con las cuales se expresan chicos atormentados con ganas de meterla en caliente, engañando a alguna pobre incauta con su poesía aborta, o féminas incomprendidas incapaces de disimular su cara de asco ante la vida, que se ven obligadas a lanzar su mensaje al mundo para conocer gente.
Los hay que, simplemente, quieren hacerse los modernos. O se creen que son modernos y originales, que es bastante peor que ser consciente de que has hecho una mierda bien gorda para ligar en los pasillos de la Facultad de Bellas Artes.
Todo muy profundo. Tan profundo como aburrido. Y pretencioso.
Para estas cosas ya se inventó la poesía, chavales… Tanta tontería, requetevista
Pediría a esta estirpe de realizadores tan modernos, ya que, por lo general, no tienen ni pajolera idea de narrar -y tienen poco que contar que no esté en la letra de una canción popera de manual-, que se dediquen a la publicidad y nos dejen en paz a aquellos que disfrutamos con el cine de verdad, ¡hostias!
P.D.: Cuanto daño ha hecho la Coixet al cine con sus anuncios de tampones, compañeros…