Sexo, mentiras y redes sociales
No soy de colgar halagos por aquí, pero me ha gustado -y hecho ilusión- especialmente esta crítica de NEUROWORLD escrita por Jesús Palacios, para este humilde servidor uno de los mejores críticos de cine del panorama nacional.
Miguel Ángel Martín se ha convertido no solo en un autor de cómic de culto, sino en genuino cronista del colapso perpetuo que vive la sociedad occidental del cambio de siglo y de milenio. Su oscuro universo de línea clara es un referente para varias generaciones, y la sincera incorrección política que recorre sus entretelas no es sino el aspecto más evidente de una profunda reflexión sobre la condición inhumana del propio ser humano, traidor por naturaleza a los mismos principios rectores que finge respetar, erigidos como ídolos con pies de barro de una hipocresía no menos connatural a su esencia.
Crueles intenciones, amistades peligrosas, psicopatías sexuales, el arte en la era de la reproducción mecánica, la muerte de Dios, el shock del futuro, la megamáquina, la conspiración contra la raza humana, el gen egoísta… Todo eso y mucho más, vertebra una obra que, a través del cómic, resulta fundamental para comprender el mundo en que vivimos, lo que somos y lo que hemos hecho de él. Una obra que ha encontrado su traductor cinematográfico idóneo en el alma gemela de Borja Crespo, eterno irreverente que sintoniza con Martín en su aguda comprensión de la cultura popular y de masas como medio, masaje y mensaje con el que diseccionar el negro corazón de esa manzana agusanada que llamamos sentimientos.
Después de Snuff 2000 (2002), corto con el que escandalizaron a medio mundo y conquistaron al otro medio (el que de verdad importa), Martín y Borja Crespo se reúnen de nuevo para ofrecernos Neuroworld, un retrato íntimo de la amistad femenina y la hermandad viril (es decir, pura ciencia ficción), en clave de thriller minimalista. Teatro de la crueldad en la era de YouTube, que desnuda el alma de sus protagonistas y atrapa la de sus espectadores en una fina tela de araña de sexo, mentiras y redes sociales, que aprieta pero no ahoga y dice más sobre todos nosotros en una hora que las obras completas de Paulo Coelho o la filmografía entera de Ken Loach. Pornografía del alma elevada a forma de arte, Neuroworld es crueldad psicológica extrema y excitante, o sea: la vida misma. Solo hace falta atreverse a mirarla de cara. Eso sí, siempre con una sonrisa… Aunque sea torcida. JESUS PALACIOS