Dura y amarga historia la que propone la premiada “Ida”, rodada con una estética deliciosa que rompe el alma. Cada encuadre busca, y encuentra, la poesía visual. Fotografiada con tacto inusual, originalidad y mimo, la estética que maneja el sutil director de este recomendable drama, empecinado en ofrecer algo diferente al espectador, acaricia la conciencia del público abierto a experiencias cinematográficas fuera de lo común. El realizador polaco Pawel Pawlikowski (“My Summer of Love”) ha optado por el formato 4:3, como en los viejos tiempos, tornándose moderno y rompedor. Su sensible relato presenta a una joven novicia con problemas de identidad que descubre un secreto de familia escondido tras la ocupación nazi. Estamos en Polonia en 1960. La protagonista emprende un viaje de impredecible retorno con su tía, una meretriz de pasado político tumultuoso. No tiene excusa para no degustar su esencia en la sala oscura todo aquel que presume de cinéfilo. Se llevó por algo el galardón a la Mejor Película en el festival de Gijón.