Neil Jordan nos regaló en su día la excepcional “En compañía de lobos”, un relato mágico sobre licantropía que permanece en el imaginario de todo amante del género fantástico de culto. Su última propuesta, “Byzantium”, apuesta por el vampirismo, ofreciendo una visión diferente de un mito indispensable en el cine de horror. El propio Jordan aportó su versión del tema con la taquillera “Entrevista con el vampiro”, basada en el conocido libro de Anne Rice. Esta vez el director irlandés ha tenido entre las manos una producción bastante más modesta, vista a finales del pasado año en la Sección Oficial del festival de Sitges y en la clausura de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián. No disgustó este estreno tardío a los espectadores presentes en ambos eventos especializados, indispensables por otra parte, pero tampoco despertó filias desmedidas ni aplausos enfervorizados. La película, protagonizada por Saoirse Ronan (“Hanna”, “El gran hotel Budapest”) y Gemma Arterton (“Hansel y Gretel: Cazadores de brujas”, “Furia de titanes”), goza de un comienzo contundente que va perdiendo gas. Se rinde a la poesía por momentos y muestra escenas hipnóticas junto a momentos erráticos que desequilibran un conjunto recomendable si se va convencido a la sala oscura.

Los filmes de chupasangres cuentan con acérrimos seguidores que pueden saborear con placer el romanticismo y los toques góticos del planteamiento objeto de estas líneas, siempre y cuando bajen la guardia. “Byzantium” presenta a dos féminas enigmáticas que abandonan por la puerta de atrás su vivienda tras un violento crimen en el cual se ven envueltas. En su escapada acaban en un hotel ruinoso que van convirtiendo en un burdel de moda. Ambas guardan un oscuro secreto, ya descrito, que se remonta a dos siglos atrás. Su situación puede llegar a su fin en un apocalíptico clímax.

(texto rescatado, sin editar, del GPS de EL CORREO)