Clásicos del cine de terror de los años 70 y 80 son revitalizados para el deleite de las nuevas generaciones de espectadores. La idea de que exista un remake de tus cintas de horror favoritas asusta, sobre todo porque significa que uno se hace mayor. Hasta el momento, ha habido resultados muy sugestivos, como “La Matanza de Texas”, “Las Colinas tienen ojos”, “Amanecer de los muertos”, Halloween… Ahora le toca el turno a una cult-movie incuestionable, “Posesión infernal”, una de esos títulos que revolucionaron el género en el momento de su estreno, concretamente 1981. Treinta veranos después el propio Sam Raimi, su director, edulcorado con el paso del tiempo –terrible Oz-, produce una puesta al día de la película que le puso en el mapa, la primera entrega de una trilogía indispensable para cualquier fan del género fantástico que se precie. “Posesión infernal (Evil Dead), la original, apostaba por la originalidad, exprimiendo al máximo los tics del género, convenientemente empapados en humor negro. La nueva propuesta, capitaneada por el debutante Fede Alvarez, se deja de gags evidentes y va al grano a la hora de sembrar el pánico en la platea y, sobre todo, dar asco. Asco en el buen sentido si somos fanáticos del gore, porque esta nueva versión no se corta un pelo. Sangre a borbotones, cascadas de hemoglobina, sesos saltarines e higadillos a mansalva para el deleite de los fans fatales del terror audiovisual. Una pena que en nuestro país solamente se estrene en versión doblada, un sin sentido. A pesar de ello, no hay que dejar escapar esta delirante horror-movie de la que también existe un descacharrante montaje musical programado en teatros. La historia es sencilla: un grupo de incautos van a parar a una cabaña a pasar unos días de relax, pero la paz se convierte en un infierno por invocar a los fantasmas.

(artículo informativo para EL CORREO)

Ahora añado texto, una vez vista la película, francamente decepcionante. El espectáculo sanguinolento, loable, pero lo demás, pasable, sin más. Los personajes se antojan antipáticos de principio a fin. Molesta no ver bien qué está pasando, sobre todo en un filme de terror que transcurre en un bosque oscuro y una casa abandonada. Tensión nula, salvo en el tramo final. Imágenes sobremusicadas, sustos de viral de internet. El desenlace acaba muy arriba, afortunadamente, y todo mejora notablemente, a nivel estético y formal. Una pena que el tono conseguido en la conclusión del metraje no lo haya empapado todo. Y el rollo de la protagonista dejando las drogas, en fin