No es estrictamente necesario que todo realizador de video-clips con tirón evolucione hacia la profesión de director de cine, y viceversa. A veces, se antoja una tremenda involución. No es el caso del galo Michel Gondry (Versalles, 1964), uno de los últimos soplos de aire fresco en el actual panorama cinematográfico. Antes de lanzarse a hacer películas con todas las consecuencias, este fabricante de imágenes que devienen hipnóticos sueños se curtió a fondo detrás de las cámaras realizando videos musicales rompedores para grupos como The Chemical Brothers, Björk o Foo Fighters, además de emplearse a fondo en el ámbito de la publicidad. En ambos campos puede encontrarse en nuestros días una libertad creativa de la que adolece la industria del celuloide, donde cada vez es más difícil salirse de determinados esquemas. No obstante, a pesar de las dificultades a la hora de experimentar dada la situación del paisaje audiovisual que nos rodea, donde la originalidad brilla por su ausencia y los que manejan los hilos de la producción desconocen el medio en su mayoría, aún existen voces personales que se hacen un hueco a base de ideas.
Michel Gondry es noticia porque estos días se estrena en nuestra cartelera su último largometraje, La ciencia del sueño, un cuento delicioso, de intencionado look feista, que logra cautivar al espectador a base de imaginación y un cóctel de referencias de ayer y de hoy magníficamente agitado. Gael García Bernal, en la piel de un niño grande enamorado, con el que es difícil no sentirse identificado como espectador, protagoniza un relato guionizado por el propio Gondry, cuya inspiración fue precisamente un video de Foo Fighters. “Usé una idea sobre dos jóvenes que comparten sueños”, explica el inquieto responsable. “Quería ver como interactuarían con los sueños del otro. Incorporé esta idea a una historia acerca de como los sueños podrían afectar a una relación entre dos personas y como, por otra parte, podría la relación influir en sus sueños”. Cierta inclinación por los fotogramas oníricos es una de las características más notables en el trabajo de este autor emergente que ya dio muestras de su capacidad como demiurgo de los sueños sobre 35 mm. en la genial ¡Olvídate de mí!, injusto título en castellano de un filme de atmósfera embriagadora, sobre una pareja que intenta rescatar su relación borrando sus recuerdos. El surrealista filme, protagonizado por un Jim Carrey en estado de gracia, fue escrito por Charlie Kaufman basándose en un argumento ideado por él mismo y Pierre Bismuth en colaboración con el realizador francés.
El libreto de ¡Olvídate de mí! se llevó un Oscar. Kaufman es uno de los guionistas actuales más reputados entre los cinéfilos de pro. Firmó la historia de la opera prima de Gondry, Human Nature, con Patricia Arquette y Tim Robbins, cinta inusual, con ramalazos filosóficos excéntricos, que despertó filias y fobias en su estreno en Cannes en 2001. La ciencia del sueño, proyectada con éxito en festivales como el de Sundance o Sitges, presenta a un cineasta inspirado e inspirador, capaz de sumergir al público en un torrente de imágenes que navegan entre la realidad y la imaginación, invitando al respetable a dejarse llevar por la ensoñación. Como ya hiciera en la cinta de Carrey, Gondry utiliza en los momentos donde la fantasía fluye sugerentes escenas animadas. “Todo está filmado con cámara, fotograma por fotograma”, cuenta. “Cuando acabábamos con los actores, traíamos una cámara de animación para filmar objetos en movimiento con la misma luz. Puede que no suene muy práctico en términos de producción, pero es lo mejor si quieres darle un toque artesanal”. La utilización de técnicas hoy desfasadas en el terreno de los efectos especiales, dándoles más de una vuelta, es una de las virtudes de Gondry. Antes de emplearlas en sus películas, experimentó con ellas en los videos musicales, donde muestra cierto afán por las repeticiones de elementos. “Siempre hago películas cuyo resultado sea incierto”, señala a propósito de su última obra. “Necesito este elemento de sorpresa para mantener mi interés. Creo que me viene de cuando hacía animación, filmas una imagen y no sabes como va a quedar hasta que llega del laboratorio, es como experimentar. Siempre intento ponerme en un lugar dónde no haya estado antes. Así que exploro muchas técnicas y maneras de comunicarme con los actores y de contar una historia. Con esta película quería adentrarme más profundamente en una parte de mi cerebro sin restricciones. Esa es la clave de todo el proyecto. No cuestioné mis ideas”.
Gondry, un buen ejemplo de cómo salirse de lo convencional y no morir en el intento de hacer cine, comenzó a dirigir videoclips cuando estudiaba arte en Francia. Tenía su propio grupo, Oui Oui. Desde entonces ha trabajado para artistas populares como The White Stripes, Rolling Stones, Beck, Daft Punk, Kylie Minogue o Lenny Kravitz, entre otros. Ha filmado spots publicitarios para marcas como Levis, GAP, Coca Cola, Air France, BMW o Smirnoff, por los que ha recibido numerosos galardones. Be Kind Rewind es su próximo trabajo en formato largo, una comedia delirante protagonizada por Jack Black. Su siguiente (e igualmente esperado) proyecto lo está escribiendo Daniel Clowes (Ghost World, Ice Haven), uno de los dibujantes de cómic estadounidense más idolatrado entre los amantes de las viñetas con enjundia. Se juntan el hambre y las ganas de comer, lo que puede dar lugar a un título extravagante de impredecible asimilación.
GENERACION CLIP
En 2003 se publicó The work of director Michel Gondry, un DVD que recopilaba los primeros cortometrajes y videoclips de Gondry, además de contener jugosos extras e ir acompañado de un libro con dibujos, entrevistas y fotografías. Gracias a este emergente cineasta francés, y a otros directores que han dado el salto a la pantalla grande tras una brillante trayectoria filmando videos musicales, entre ellos Spike Jonze (Cómo ser John Malcovich, Adaptation), creador del programa de televisión Jackass, se presta especial atención a los nuevos talentos que despuntan poniendo imágenes a hits sonoros de última hornada. Las carreras de estos realizadores han experimentado un considerable empujón definitivo tras saltar a la gran pantalla con relativo éxito: apuestan por nuevas estéticas y no dejan indiferente. A esta nueva tendencia se puede añadir las figuras de Roman Coppola y Chris Cunninghan, entre otros autores arrebatadoramente modernos, pero la lista de creadores curtidos en el campo del clip que aplican sus maneras al séptimo arte es amplia de unos años a esta parte: Tarsem Singh (La celda), David Fincher (Seven), Alex Proyas (El cuervo), McG (Los Angeles de Charlie), Mark Romanek (Retratos de una obsesión), Guy Ritchie (Snatch. Cerdos y diamantes)
Una nueva generación de creadores frescos, surgidos de la cultura del video, acérrimos seguidores de los sonidos de cosecha reciente y defensores de la experimentación, está entrando con fuerza en escena planteando otras miradas más que necesarias en el actual panorama audiovisual. “Hasta hace muy poco, la crítica tradicional los consideraba la amenaza que iba a acabar de una vez por todas con el cine, pero las cosas han cambiado”, comentaba no hace mucho en uno de sus sagaces textos el crítico de cine y experto en cultura popular Jordi Costa. “Una nueva edad de oro en el terreno de la promo musical ha forjado una flamante generación de visionarios de la imagen que han irrumpido en el séptimo arte con ganas de acuñar el celuloide del futuro”.
(artículo brasa rescatado del EVASION del pasado viernes)