El idilio Allen-Johansson
Ayer los gnomos de la redacción de EL CORREO hicieron una de las suyas y apareció un texto de mi cosecha sobre SCOOP, la última película de Woody Allen, con otra firma, la del excelso Belategi.
Aquí lo reproduzco
Tras el éxito de la estupenda Match Point, el prolífico Woody Allen estrena nueva película, Scoop, también protagonizada por la exuberante Scarlett Johansson, la rubia de moda, una actriz de piel camaleónica capaz de interpretar a una curvilínea femme fatal, y apasionar al público masculino, o defender el papel de una estudiante despistada, con pinta de no haber roto nunca un plato. Entre la protagonista de Lost in Translation y el artífice de la genial Manhattan ha surgido una química especial, un idilio cinematográfico, que continúa en la gran pantalla en su nueva propuesta, una comedia menor en la carrera del cineasta neoyorkino que, a pesar de su ligereza, supone un retorno agradecido a su etapa más reconocida y un sabio intento de entretener a la platea a base de ingeniosos diálogos y una retahíla de personajes rocambolescos que logran cautivar al espectador entregado. La cinta pudo verse en el reciente festival de Sitges, gracias a su coartada fantástica: un reportero fallecido (Ian McShane) pretende hacerse con la exclusiva del año desde el Más Allá. Entre tanta cinta de situaciones apocalípticas, miembros amputados, marcianos asesinos y orientales saltimbanquis vistas en el evento catalán, el último filme del sempiterno Allen resultó un soplo de aire fresco, a pesar de no encontrarse entre sus piezas maestras.
Scoop no llega a la categoría artística de Match Point, por tomar un ejemplo cercano. De entrada, la nueva película de Allen se muestra diametralmente opuesta, en su planteamiento formal y espiritual, a su anterior propuesta, más dramática y compleja. Esta vez busca algo diferente en el espectador, en la línea de Misterioso asesinato en Manhattan, lo que supone un simpático retorno a los lugares comunes del veterano realizador y guionista. Johansson, brillante en su papel, mostrando su lado cómico, encarna a Sondra Pransky, una estudiante americana de periodismo que se encuentra en Londres visitando a unos amigos. Durante su estancia acude a un espectáculo de magia, donde un ilusionista de tres al cuarto, Sid Waterman, alias Splendini, un inspirado Allen (conocedor de sus limitaciones como intérprete), le hace subir al escenario para colaborar en uno de sus trucos. Ella debe desaparecer dentro de una caja, pero, durante la espera, recibe la visita del fantasma de un reconocido reportero recientemente fallecido que le chiva una exclusiva apabullante: el atractivo hijo de un conocido aristócrata británico, interpretado con convicción por Hugh Jackman, está llevando una doble vida como asesino en serie. Un auténtico bombazo que no puede pasar desapercibido.
Sondra investiga la noticia, se inmiscuye en la vida del presunto criminal… mientras se enamora de él. El mago de tercera se une a la causa, liándose parda. Dejando a un lado la endeble excusa que teje el misterio, las virtudes más significativas de Scoop son sus entrañables personajes y las situaciones absurdas en las que se ven envueltos. Las escenas que comparten Johansson y Allen son las más hilarantes, muy por encima de la media. Splendini ejerce por accidente de padre adoptivo de la inquieta aprendiz de periodista, una joven tenaz que se deja llevar por los acontecimientos y es capaz de cualquier cosa para conseguir lo que quiere, aunque parezca una mosquita muerta. La atractiva actriz se muestra ingenua y sagaz a un mismo tiempo, mientras su torpe compañero de fatigas se ve envuelto en un entuerto que ni le va ni le viene, en el que no quiere inmiscuirse para nada, pero acaba metiéndose hasta las cejas. Un enredo de fácil visionado, encantador y falto de pretensiones, a disfrutar especialmente por los seguidores de Allen menos exigentes.