El cine en la picota
Vendrán distintos modelos de negocio, formatos y circuitos de distribución. No necesariamente hechos por las mismas personas, sobre todo sin son incapaces de adaptarse a los tiempos. Cambiarán los protagonistas y triunfará el que sepa salirse de sus sinergias y esquemas analógicos. Nada en el cine será como hace diez años.
Lo ha dicho Ignasi Guardians, máximo responsable de la política cinematográfica en España, ayer en Bilbao, en las jornadas profesionales sobre las tv-movies. Y tiene razón. Curiosamente la cuota de pantalla del cine español va mejor que nunca, mientras la paralizada nueva Ley de Cine da mucho de qué hablar. Algunos se han cagado en los pantalones viendo peligrar su chiringuito. Basta ya de trincar, ahora toca currárselo de verdad El que no se lo curre, al hoyo, aunque probablemente aparecerán nuevos reyes del chanchullo. Cierto es que el cambio tiene un doble filo, los cineastas independientes de verdad lo van a seguir teniendo igual de jodido, pero los que llevan tiempo chupando del bote caminan sobre arenas movedizas, lo tienen más difícil para pasar el filtro, mientras se pretende fomentar otro tipo de producciones, las que están dando dinero, las que atraen al espectador y pueden lavar la imagen de un cine herido. Si el espectador abandona los prejuicios a la hora de ver cine español, si lo devora sin reparos, quizás pueda alternar una cinta de género como Celda 211, una experiencia de altos vuelos como Planet 51 o una película diferente como Los condenados al pasar por taquilla. Algo hay que hacer, el cambio ha de llegar y las nuevas tecnologías invitan a ello.