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Merece mucho la pena

Archivado en: Garabatos, Letrax el Miércoles, 6 de Octubre

acercarse a la exposición Bestiario 3.0 de la Casa de América de Madrid. Estos días, hasta el 9 de octubre, nueve dibujantes -Darío Adanti, Javier Olivares, Mauro Entrialgo, Miguel Brieva, Juanjo Sáez, Al-Azar, Liniers, Trino y Paco Alcázar- están elaborando un cadáver exquisito gigante. A tamaño mural. Se puede ver cómo trabajan a tope y en libertad con el pincel, el rotulador y la pintura plástica, en vivo y en directo. El resultado final brillará este viernes. Recomendable para amantes del cómic y el arte en general. Además, la exposición viva va acompañada de textos de Jordi Costa, Alvaro Pons y el que esto escribe…

A continuación reproduco mi texto al completo, un canto al acto de dibujar

“ARTE Y GARABATOS”   De niño tenía un terrible sueño recurrente. Perdía la mano derecha por causas de lo más rocambolescas que prefiero obviar. Mutilado, no podía dibujar. ¡No podía dibujar! La mano izquierda no me respondía y utilizar la boca para agarrar el lápiz me era imposible, más que nada porque el objeto era gigante. Un lápiz inmensamente grande y un crío manco que no podía dibujar. Menuda estampa. Afortunadamente, a día de hoy esa pesadilla tremendista sólo aparece en mis recuerdos, probablemente porque ya no me entrego al dibujo tanto como cuando era chaval. El acto de garabatear la hoja en blanco siempre me recordará a la infancia, sinónimo de libertad. Pintar sobre el pupitre del colegio, manchar las paredes con las manos, dibujar y dibujar… Sigo haciéndolo en superficies insospechadas, en el mantel de un restaurante, en las servilletas de un bar, en los folios que indican el orden del día de una reunión Quiero llamarlo libertad. Cuando uno se aburre sobremanera, o se ve solo contra el mundo y defiende el asesinato como una de las bellas artes, siempre queda dibujar. Trazar. Jugar. Sentir. Expresar. Comunicar. Contar. Soñar.             No me prodigo tanto como antaño dibujando tebeos, otras labores me embargan, pero vivo siempre entre viñetas. Nunca ha dejado de abrazarlas, lo recomiendo encarecidamente, y no es tan difícil entenderlas. Sé lo que es sudar ante la página en blanco. Sé lo que cuesta pensar una idea. Saber qué quieres contar. Ilustrar los pensamientos. Expulsar los monstruos que habitan en nuestra cabeza, modelar las obsesiones, hablar de realidades e irrealidades, eso es garabatear, y vivirlo -o verlo in situ- es un placer descomunal. El lenguaje del cómic es tan inmensamente rico que tener que defenderlo a estas alturas carece de sentido. Por ello disfrutamos especialmente los aficionados al medio de un momento curioso, en el cual la historieta está siendo elevada a la categoría que siempre le ha correspondido. Merecidos piropos, merecida fama, merecida atención. Poder observar en vivo y en directo cómo nacen algunas de las criaturas de papel pergeñadas por autores al pie del cañón se me antoja un privilegio. Comprobar cómo en un espacio vacío brota la imaginación en forma de líneas y colores que bailan con la mano es un lujo espiritual. Desde esa imagen que germina en la mente del artista, a ese dejarse llevar por la magia del lápiz que araña la superficie. Con un simple objeto, sea un bolígrafo, un rotulador, una pintura de palo o un pincel, se pueden crear tantos mundos que están y no están en éste, tantos seres pueden cobrar vida propia en dos dimensiones, tantos paisajes pueden iluminarnos, tantas cosas pueden hablarnos… Quiero llamarlo sensaciones. Libertad.             La soledad del dibujante ante la página es un modo de entender la vida. Ver su trabajo, leerlo, es el último fin, donde cobra protagonismo el lector, el espectador. Disfrutar del proceso creativo es un privilegio único del autor. Un placer (casi) exclusivo por el que merece la pena perderse cuando los ilustradores salen a la luz y muestran su energía en público, en lienzos improvisados, accidentales o elegidos conscientemente con un propósito de apertura artística necesario. Así, cualquier despistado puede comprobar que su talento es equiparable al de literatos, artistas plásticos y cineastas. Porque son todo en uno, mal que les pese a muchos. Vivir del cómic no es fácil, como no lo es hacerlo de la poesía, de la música y de tantas cosas. Vivir generando cultura es complicado. Vivir de dibujar no es tan extraño. Crear viñetas, ilustrar un artículo, dibujar una tira cómica… Dibujar en las paredes, en los cuerpos y mentes, ilustrar una obra excepcional que rompe esquemas mentales. ¿Son animales en vías de aparición? Siempre han estado aquí, invisibles, encerrados en casa o en el estudio, sin que su amor al arte se mutile. Héroes de talento desbocado, demiurgos del trazo hipnótico. Capaces de mover hasta un lápiz gigante con una sola mano. Han perdido la vergüenza, y nosotros con ellos. Libertad.

2 comentarios

Comentario por Blog de comics

Lo cierto es que la idea de la Casa de América con Bestiario 3.0 me ha parecido muy buena, y ahora me centro, como trasmites en tu post, en la experiencia.

Ayer estuve durante un buen rato viendo (e incluso participando)como los autores dibujaban y pintaban en vivo este cadaver exquisito, y me encantó. Por lo que tenía de artesano, porque alguien apostara por ello y sobre todo por el resultado final, que va a ser muuuuy freak.

Así que recomiendo que os paséis por allí antes del viernes, que es cuando finalizará y veáis el proceso, que merece mucho la pena.

Octubre 6, 2010 @ 9:53 am

Comentario por Angel

Amen a lo que dices, Borja. Joder, que bonito.

Octubre 6, 2010 @ 10:51 am

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