El día en que vi Origen borracho
He aquí una crónica, a lo querido diario, de mi degustación excéntrica de ORIGEN, el estreno del año que más ríos de tinta está causando estos días de calores neuronales
Fuimos a ver ORIGEN con una hora de antelación para coger con tiempo las entradas. A pesar de la cautela, ya estaban completamente agotadas en V.O.S. En los cines Ideal, terreno abonado para los intelectualoides de pro, guiris gravitacionales y estudiantes de inglés iluminados. Conclusión rápida: o íbamos otro día a ver el fenómeno del momento o tocaba atacar la siguiente sesión, de madrugada, tres horas después. Nos animamos a apostar por el pase nocturno, ya que el trío calavera que nos habíamos juntado teníamos difícil repetir la jugada en bastante tiempo, es lo que tienen estas fechas veraniegas.
Para hacer tiempo nos fuimos a tomar una caña al cercano barrio de LARVApies, donde eran fiestas (evidentemente fue la primera de unas cuantas). Olor a fritanga mutante, mojitos de todo a 0´60 y cachondeo padre. Total, llegamos por los pelos a la esperada sesión de las 00:20 h. El cine lleno hasta la bandera. Huele a cinéfilo recalcitrante y poco a palomitas. Perezosos nos sentamos en la butaca sin quitarnos el vacile etílico de encima. Buscamos la concentración mimetizándonos con el entorno expectante.
Contemplamos ORIGEN en todo su esplendor emponzoñados de cerveza y tapas, completamente beodos, bolingas, borrachuzos Nada mejor para ver una película sobre los sueños, uno de mis temas favoritos. Andar bajo los efluvios del alcohol, a falta de tripis, es ideal para expandir la mente y dejarse llevar por los sentidos. Iba con ganas de que me gustase el filme de marras, a pesar de mi pataleta de antaño con el sobrevalorado Nolan a propósito de EL CABALLERO OSCURO (lo puse en su sitio por AQUÍ). El trailer prometía mucho. Imágenes oniricas, acción, misterio
El metraje corría. Nos mirábamos algo perplejos. De entrada, imágenes sobremusicadas, uno de los pecados del cine de nuestro tiempo. Por otro lado, el problema de siempre del amigo Nolan, algo nulo detrás de la cámara cuando toca describir espacios o rodar escenas de acción (el tiroteo en la nieve es denunciable). Personajes que van y vienen porque sí. Ni siquiera desdibujados, no han pasado del esquema. Sigo sin saber realmente quién es Di Caprio, aparte de un tipo que muestra un amor desmedido por la Cotillard, que no es para tanto. Pienso de buenas a primeras: me quedo con “ExistenZ”, que juega con lo mismo, me divierte más y no se toma tan en serio. Me quedo con tantas otras en la línea ¡Uf!, esto no son maneras de ver una peli, sobre los sueños ¡con sueño! Cine espejismo.
El metraje seguía y seguía. Algún amago de risa tonta. Qué poco sentido del humor tiene este “cineasta renovador”. Concluyendo: bajo los efectos etílicos ORIGEN me pareció un coñazo. Aburrida. Cuando escuché a voz en grito a la salida de la sesión golfa a un grupo de modernos lo que todos habíamos leído en “Fotogramas”, mi estado de “algomeperdidoynoselqué” se acrecentó: “¡Guau, tíos, es el Matrix del siglo XXI!”. ¡Iros a neocagar! No voy a pronunciarme más hasta el día en que la vea sobrio, aunque me estoy planteando si merece la pena. Se dice que los borrachos siempre dicen la verdad. ¿Si hay una segunda oportunidad me va a gustar o me va a parecer todavía peor? Ni qué decir tiene que a mis compañeros de fatigas etílico-cinégafas ORIGEN les produjo los mismos bostezos que a mi. Toy Story 3 es la gran película estival de 2010, dejémonos de tonterías.