cunia cine comic y otras hierbas

Alergia pirata

Guardado en: Celuloide, Desvaríos el Mircoles, 6 de Junio

pastillas.jpgEsta alergia primaveral chunga está acabando conmigo. Atiborrado de Clarityne y Bexal, estoy de un albardado subido. Atolondramiento supino. Las jodidas pastillas me dan un sueño que ataca a traición. Suelo escribir delante del ordenador en silencio absoluto, salvo cuando contesto e-mails, me pierdo en internet, etc, etc. Entonces pongo la música a tope. Ahora suenan Kasabian a todo trapo, a ver si mis neuronas se despejan algo. Pero concentrado en los artículos alimenticios para el periódico, he dejado la tele de fondo, para no sobarme sobre el teclado, y he oído cosas terribles: que si Lola Flores le echó una maldición a la Pantoja (fíjese usted, qué movidón), que si un ejecutivo bilbaíno de alto copete, con carrerón en Londres, ha reventado la cabeza de su hija de corta edad (el tipejo estudió en Deusto, igual ahí está la respuesta a su repentina descarga de violencia irracional), que los archivillanos del pasamontañas vuelven a las andadas, algo que ya nos esperábamos, mientras la derecha, que son (casi) todos, se frotan las manos…

PiratasCaribe 3 a.jpgTodo una puta mierda, oigan. Así que he decidido despotricar un poco, a ver si así me despierto, y la voy a tomar con el último estreno de juzgado de guardia que han soportado mis ojos: Piratas del Caribe 3, cuyo subtítulo rebautizaría como El fin del CINE. Intuyo que llego tarde para que más de uno se ahorre la entrada y se lo gaste en gominolas, pero es que, esta vez, no vale la pena ni ocupar banda ancha dándole a la mula.

Si hace unas semanas me cagaba abiertamente en la tercera entrega de Spider-Man en este tontiblog, esta sinsorga secuela piratera peca de lo mismo. La primera película de la franquicia me pareció una grata sorpresa, un entretenimiento sin pretensiones, un buen espectáculo que remitía a títulos de antaño como El temible burlón, cinta a la que tengo especial cariño. La segunda perdía fuelle, era un galimatías de cuidado, pero logró entretenerme sin más y, además, salía el monstruo del Kraken. Pero esta tercera parte es un cacao maravillao incomprensible, sin pies ni cabeza, capaz de aburrir a un muerto y enterrado. Tres horas de soberano tostonazo, con chistes infantiloides llevados al extremo y unas secuencias de acción tan repetitivas como anodinas. La trama es algo así: ahora vamos aquí, ahora a este otro lado, después de vuelta allá, venimos para acá (a estas alturas me he perdido ya 1.517 veces), nos mojamos en ese sitio, luchamos en este otro y suputamadrequecoñazo.

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Cojan lo peor de los anteriores episodios de la saga, multiplíquenlo por 33 y eso es Piratas del Caribe 3. Como Spider-Man 3, vamos. Pero como luego se estrenan con tropecientasmil copias y arrasan en la taquilla los primeros días de exhibición, los productores se quedan más contentos que unas castañuelas porque han hecho un peliculón. ¡Váyanse todos a la mierda! ¡A LA MIERDA! (¿me oyen?)

Al final voy a coger alergia al cine.

Tideland mola

Guardado en: Celuloide el Martes, 5 de Junio

tideland 1.jpgEsta mañana tonta me he desintoxicado bien de Factor X asistiendo a un esperado pase de prensa de Tideland, con Terry Gilliam in person después de la proyección. No pude ver la película en su momento en los festivales de Donosti y Sitges, y la verdad es que me ha gustado bastante. Salvo el lastre de un metraje algo dilatado –últimamente todo filme me parece largo, quizás debido al enganche a tanto episodio corto de serie de televisión-, me ha parecido una película arriesgada y muy personal (por algo está Jeremy Thomas en la sombra como productor). La cinta es una suerte de Alicia en el País de las Maravillas alucinógena, de perversa imaginería, con una niña (portentosa) como absoluta protagonista. Su peculiar mundo, o cómo disfraza la dura realidad en la que se ve inmersa –padres yonkis terminales-, ofrece un espectáculo hipnótico de cuidada estética feista que remite a un realismo mágico perturbador, un sueño pesadillesco que muestra a unos personajes delirantes, envueltos en una atmósfera viciada de cuento de hadas enfermizo capaz de atraparte por completo (siempre que uno esté por la labor).

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No suelo asistir habitualmente a pases de prensa, salvo si es por trabajo o porque realmente me apetece a rabiar ver la película programada, como ha sido el caso. Suelen ser generalmente por la mañana, o después de comer, con lo cual te rompen el ritmo de trabajo por completo. Aún así, hay gente que empalma un pase con otro y se tira todo el día viendo cine con coste cero (¿trabaja esta gente?). Aparte del horario, es difícil meterse en una película a esas horas, máxime cuando la mayoría del personal sentado en su butaca está despertándose o con la modorra post-papeo = (casi) nadie transmite un mínimo de emoción en la sala oscura, léase risa, miedo, sorpresa o simple aburrimiento.

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Los pases de prensa, hablando claro, son un coñazo. Siempre digo a los colegas con ópera prima bajo el brazo que no se les ocurra ir a ningún pase de su retoño de celuloide. Guste o no tu trabajo, al llegar a los créditos finales hay un silencio absoluto. Sepulcral. Además, hay gente que se sale en mitad de la proyección, no sólo porque no le guste lo que ve, si no porque tiene que ir a hacer la compra o a tomarse un café urgentemente, por tomar algún ejemplo tonto. Si analizas individuo a individuo el patio de butacas y escuchas las conversaciones antes de que se apaguen las luces (sí, soy un cotilla), te das cuenta de algo terrible: en qué manos está tu película de cara a los medios. La sensación no es de miedo, es más bien de tristeza.

La rueda de prensa de Gilliam ha sido tan chorra como todas. Nunca hay grandes preguntas, y siempre hay alguna irritante, como ha sido el caso. El ex-Monty Python se ha mostrado alegre y dicharachero, defendiendo su manera de entender el cine sin petulancias, pero ha tenido que oír cosas como: “¿Por qué no hace películas normales?”. ¿Para qué cojones va a hacer este señor películas normales? Sin entrar en la discusión de qué es normal y qué no, si este master no hiciera lo que le sale de los cojones, cuando le dejan, no hubiéramos podido disfrutar de títulos de referencia como Brazil o 12 monos. Otra pregunta simpática: “¿Por qué sus personajes son siempre unos tarados? ¿Es debido a la actual situación de la sociedad americana?”. Respuesta hábil: “No lo sé, yo vivo en Londres. Siguiente pregunta”. Estas cosas me indignan, aunque luego soy el primero en no preguntar nada, para no parecer un listillo entre tanto becario perdido y cinéfilo rancio.

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Sobre las dificultades en la distribución de Tideland, Gilliam ha contado anécdotas que me sonaban de algo. Vamos, que a veces te das cuenta de que hay cosas que pasan en todos lados, no sólo en nuestras fronteras. Para promocionar la película se le ocurrió hacer esto:

Un cachondo el bueno de Gilliam.

Factor X again

Guardado en: Music non stop, Caja tonta el Martes, 5 de Junio

Anoche fui abducido por la segunda gala de Factor X. Les dieron patadón a las Ladys, que salieron con un pelo cardado marujil de asustar y destriparon el clásico Walk like an egyptian de las Bangles con un inglispitinglis digno de un curso en un Opening de barrio dos días antes de chapar. Casi se cae Aylin, nuestra querida otaku gothic-fashion, otra de mis favoritas, tan tímida ella. ¡Qué tensión, amigos! Esos silencios de la pijo-jueza Eva Perales antes de dar su veredicto final. Qué soltura al lado de Miqui Puig, más perdido que yo después de ver el último capítulo de la tercera season de Lost (la de tobas que le van a caer cuando toque en el Summercase). Volvió a arrasar Angy, esa maravillosa Pink vs. La Juani que saca el Humbert Humbert que hay dentro de mí. Además, he descubierto que la muy frika de Bershka tiene un grupo de instituto, todo chicas, las Obscene Dream, que versionean a los Millencolin, ¡toma ya!…

Post Lost

Guardado en: Caja tonta el Domingo, 3 de Junio

Es difícil que me quede un sábado por la noche en casa, pero, al margen de llevar arrastrando un juergón inesperado desde el jueves (tras la entrega de premios de Fotogramas en corto acabamos hasta las mil y quinientas en un karaoke donde se puede cenar a deshoras), entré en un vórtice espacio-temporal con los últimos capítulos de la tercera temporada de Lost, léase Perdidos. Impresionante final, un colofón de aplauso y pataleo en el sofá: el aplauso por su sorprendente despedida y el pataleo porque la serie no volverá a alucinar nuestras retinas hasta el año que viene (ya cuento los días).

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-¡¡¡ATENCION SPOILERS A SACO!!!-

Tras una primera temporada de quitar el hipo, la segunda season de Lost no me fascinó demasiado, salvo su inicio y final, pero esta tercera ha vuelto a poner el listón muy alto, con esos primeros capítulos que remitían a El Planeta de los Simios y el cabronazo de Ben revelándose como uno de los villanos más carismáticos que ha dado la ventana electrónica en tiempo. Con algún inevitable altibajo, con episodios de transición sin demasiada chicha pero entretenidos, incluido un entrañable homenaje a Tales from the Crypt Co. con el relato de la pareja de ladrones de diamantes enterrados vivos, esta tercera entrega ha descrito, con los cliffhangers habituales, algunos de quitarse el sombrero, una guerra aparentemente irracional en la que ni los unos son tan buenos ni los otros son tan malos. La supervivencia saca lo mejor y lo peor de cada uno.

dharma.jpgEsta tercera temporada nos ha deleitado con algunos momentos muy inquietantes, como la secuencia de Ben y Locke intentando entablar contacto con Jacob (pinchad, pinchad AQUÍ). Hacía tiempo que no me daban tan mal rollo unas imágenes, por no hablar de ese momento tan magistral como escalofriante en el que Ben mata a su padre y los hostiles exterminan a todo bicho viviente de Dharma a base de gas letal. Chapeau!!!

Y el flash forward del último capítulo, aunque me lo olía desde el principio, me heló la sangre. ¡Qué final, hijosdeciemilputas! Se abre un nuevo abanico de posibilidades de mayúsculas consecuencias (intuyo).

Y con Lost no tengo la sensación de que me están tomando el pelo, como con Heroes o Prison Break (la conclusión de la segunda temporada del yogurín tatuado nos deja como al principio de la primera, con una sensación de punto de no retorno marcadamente molesta, de los superhéroes pijos ya hablaré próximamente). Los cabrones de los guionistas encajan las piezas del puzzle poco a poco, sin prisa pero sin pausa, dilatando hábilmente la acción y la resolución de enigmas en beneficio del espectáculo. Vamos, como en Los Serrano.

Entre las muchas teorías que se barajan para entender Perdidos, ya podemos echar por tierra que están muertos, o que pasean por el purgatorio y cosas por el estilo. Está claro que están inmersos en una paranoia espacio-temporal. Atención a este ABRACADABRANTE video (algún fan fatal ha puesto una secuencia al revés y se escucha algo espeluznante)…

Aún sigo shockeado, y me sigo haciendo preguntas:

  • -¿Quién ha muerto en el funeral del flash forward del capítulo final?
  • -¿Con quién está Kate?
  • -¿Un flash forward con el padre de Jack vivo?
  • -¿Por qué ESTE TIO no envejece?
  • -¿Dónde coño está Walt?
  • -¿Qué demonios es el monstruo de humo negro?
  • -¿Qué o quién es Jacob?
  • -¿Y la estatua gigante con cuatro dedos?
  • -¿A qué templo van en su huida los Otros?
  • -¿Habrá muerto por fin el jodido ruso tuerto?

Este descuajeringante video refleja muy bien lo que siento.

P.D.: ¡Y nos hemos librado del petardo de Charlie, compañeros!

Rescate videoclipero

Guardado en: Celuloide, Music non stop el Viernes, 1 de Junio

Alguien ha colgado en la red el primer clip que nos curramos en Madrid para Subterfuge, Electricistas de Fangoria. Me tocó dirigirlo con cuatro chavos (intentando que pareciesen bastante más). Phibes y Vázquez estuvieron de supporters, y Hill Valley achicando la producción. Nos dijeron que metiésemos un diablo, un jesucristo y a los sobrinos de Nacho Canut y salió esto, con homenaje a El pueblo de los malditos incluido. Nos quedó como muy ochentero y delirante, le tengo cariño. Además pudimos conocer a Alaska, una de las personas más profesionales e hipnóticas que he conocido en mi ciclotímica existencia. Y la prota es Marta Etura, cuando aún no era nada conocida.

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