Agujero Negro
Un día por al mañana te miras al espejo y tu rostro no es el mismo. Una extraña infección te ha deformado la cara. ¿Eres un monstruo? Has entrado en el Agujero Negro.
Las crudas viñetas de la kafkiana serie Agujero Negro de Charles Burns, uno de los grandes del cómic independiente americano actual, retratan los temores de la juventud como si al leer el cómic estuviésemos viviendo dentro de una película de Cronenberg. A ambos artistas les une una clara atracción por la metamorfosis del cuerpo, una máscara que oculta nuestros miedos y deseos. Los trastornos psicológicos que padecen los personajes de sus retorcidas historias, sus confusiones sexuales o cualquier trauma que les atormenta, se ven reflejados en cambios físicos. La enfermedad amenaza la normalidad y aboca a sus protagonistas a un proceso de degradación en el cual pierden su condición humana.
De marcado estilo, influenciado por la estética americana de los años 50, contagiado por el virus de la cultura basura, el arte de Burns es un punto de referencia, con Agujero Negro a la cabeza. Estos días Ediciones La Cúpula ha reeditado en un solo tomo la saga al completo, en cuyas inquietantes páginas se describe la angustia existencial de un grupo de teenagers en celo que metamorfosean, cual Gregorio Samsa, debido a la aparición de un extraño virus que provoca horribles deformidades a los afectados. Los problemas de la adolescencia son expulsados en forma de monstruo mientras se revuelven las tripas del american way of life, dejando al descubierto lo que realmente se esconde detrás de la aparente normalidad de los lobotomizados ciudadanos estadounidenses.
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