Cara de tonto
Ayer me fui al cine pagando, que ya era hora. Intenté entrar a ver Babel, pero no había entradas (sí, ya lo sé, la gente sólo va al cine en domingo, pero últimamente entre semana me es más que imposible). Reboté a El truco final, pero tampoco había entradas, así que acabé en María Antonieta, subtitulada por estos pagos La reina adolescente (sic!).
Amigos, ¿qué quieren que les diga? Pues, que me cago en Sofia Coppola. Hacía tiempo, mucho tiempo, que no me vencía tanto el tedio en una sala oscura. Si la artífice de Lost in Translation (cinta que adoro, o será que adoró a la Scarlett) pretendía reflejar lo aburrida y superficial que era la vida en la corte antes de que les cortasen a unos cuantos, merecidamente, la cabeza, ¡lo ha conseguido! Sí, no hay que quitarle méritos, porque la hija de Coppola se ha cascado una peli superficial y aburrida a más no poder. Muy “potita”, eso sí, pero las postales pomposas a ritmo de música moderna acaban cansando soberanamente, y nunca mejor dicho. Y encima, al final del coñazo mayúsculo y pretencioso no se ve cómo le decapitan a la odiosa y atolondrada protagonista, algo que estás deseando desde el minuto 3. Una decisión que podía tomarse como una apuesta interesante desde el punto de vista de la dirección, pero, ¡joder!, ¡que le corten la cabeza de una santa vez!
Hasta ahora no había contado que me ví de gorra la semana pasada, léase en pase de prensa, Apocalypto, una buena muestra de cine físico y visceral (el bueno de Mel hace cine con las tripas y se deja de tonterías). Más de dos horas de entretenimiento que, eso sí, suena a ya visto, pero últimamente a lo único que aspiro cuando me acomodo en una butaca es a pasar un buen rato y punto, visto lo visto. Es más light de lo que se dice, advierto…
En vez de Maria Antonieta tenía que haber ido a ver Rocky Balboa, que seguro que merece la pena estudiar como fenómeno de apología del botox, aparte de ser, probablemente, el filme más honesto que hay en la actual cartelera.